¡Nuevo envite de la #YIMBY! Hoy me toca comentar “Compatibilidad y confianza entre votante y candidato ¿Es posible un sistema de votación más justo?” de F. Gordillo, J.M. Arana, L. Mestas y J. Salvador en Psicología Política, que don Eli Gallardo tuvo a bien proponer como texto de la YIMBY.
Para empezar, no me ha gustado especialmente el texto, ni su propuesta ni su presupuesto teórico, pero en su defensa diré que hay que valorar toda aportación, sea cual sea, porque absolutamente todo contribuye a desarrollar la Ciencia Política. Lo que a mí me parece cuestionable a otro le encanta y le sirve de inspiración para una nueva aportación teórica. Así que vaya por delante mi respeto a los autores. Dicho lo cual, comienzo mi disertación digitalo-relajada.
El artículo propone un modelo teórico para la elección del voto basándose en la construcción de un índice de confianza y un índice de compatibilidad con el candidato. Vamos a ir desgranándolo poquito a poco.
“Las decisiones colectivas, como son los sistemas de votaciones, mantienen ciertas inconsistencias respecto a lo que cabría esperar de la lógica racional asumida en la individualidad”
Con esta frase comienza el texto, y ya de primeras no puedo estar más en desacuerdo con el posicionamiento teórico de los autores. En los años 50 irrumpen en Ciencia Política las teorías económicas que centran su atención en la decisión del voto mediante modelos analíticos; y en ellas encontramos a Downs, Arrow o Black, entre otros. Como vemos, el texto comparte premisa con estas teorías, se fundamenta en el comportamiento racional del individuo y claro, ¡hasta ahí podíamos llegar! porque las elecciones (como todo en la vida) tienen un componente emocional casi, casi, casi determinante que dificulta en mucho la explicación desde estos posiciones teóricos. Además, ¿cuál es el problema de la inconsistencia del comportamiento individual? Pues esto mismo, que esa inconsistencia no permite establecer modelos teóricos cuantitativos unívocos e invariantes.
“Se propone un modelo de votación que tiene en cuenta ambos conceptos, la compatibilidad y la confianza del votante respecto al candidato”
En el texto no se habla de conocer la intención de voto, sino de crear una herramienta para facilitar al ciudadano su elección, su voto, basada en la compatibilidad y confianza con el candidato. Pero ¿por qué no dedicar todo ese tiempo y esfuerzo a informarse e, incluso, interactuar con el político y sus políticas? Si al final la cuestión es tener argumentos para la decisión política, ¿por qué no hacer uso de la información que tenemos al alcance? Y ojo, no estoy hablando de programas políticos, debates politológicos ni nada por el estilo, sino de informarse a través de cualquier forma, canal o agente; meter esa información en la APP que llevamos de serie (cerebro) y efectuar la decisión en función de esos resultados. Para mí el debate y el foco de acción se debe poner en la información política: de qué tipo es, a quién llega y cómo llega.
“Los políticos, para optimizar sus resultados, deberán ajustar sus programas electorales a las necesidades de la mayoría, además de adaptar su discurso electoral a unas reglas muy sencillas de comunicación que puedan ser inteligibles para los votantes”
Esta es, al menos para politólogos, sociólogos y demás entes que nos interesamos por la política y su comunicación, la cuestión clave: el gran problema es el de la transmisión de la información. Todos aceptamos que a más información, mayores recursos para tomar la decisión de voto (aunque esto sería discutible también pero lo dejaremos estar por ahora). Y todos sabemos que la información es la que es, está sesgada, controlada y llega a quien llega de la manera en que llega. Pero la solución, para mí, está en la propia pedagogía de la política, en los canales de la información y en el control ciudadano de la información política. En definitiva, la cuestión pasa por la cultura política de la comunidad, porque el acceso a la información es de vital importancia para la salud política, pública y democrática de una sociedad.
Conclusión
Este texto trata de un modelo estadístico capaz de simplificar los procesos cognitivos, la heterogeneidad programática o los estímulos sociales. O dicho de otro modo, es una propuesta teórica basada en la confianza y la compatibilidad con el candidato que señala las opciones idóneas para la decisión de voto. Sabiendo que ésta es una acción harto compleja en la que intervienen factores sociales, psicológicos, mediáticos, económicos y emocionales, resulta muy complicado comprenderla. Y yo, contra más leo, más oigo y más me acerco a la política, menos claro tengo todo. Se me hace muy difícil vislumbrar toda esa complejidad en una APP que me diga a quién debo votar.
“Esta inquietante aleatoriedad nos lleva a concebir la democracia como una ilusión determinada por dilemas matemáticos que permiten cierta discrecionalidad maquiavélica que poco tiene que ver con las decisiones que a modo individual han tomado los ciudadanos”. Realmente he puesto la frase porque es muy bonita.
Querido seopolitiquero, le toca. El próximo texto que tiene usted que comentar es “Tomar el poder por la palabra: elementos de fabricación de la retórica electoral” de Philippe-Joseph Salazar en Revista Rétor, Volumen 2, Número 2 (2012), pues en plena pre-campaña, los hacedores de discursos políticos deben estar calentando motores.