Ayer asistí a la presentación del libro "La implantación práctica de la Ley de Transparencia en los ayuntamientos" coordinado por Víctor Almonacid. Y los acontecimientos se sucedieron. Pero vayamos por partes.

 

Comenzábamos con un debate de los responsables de los partidos políticos con representación en Les Corts más UPyD. La mesa titulada "la transparencia administrativa como forma y fondo de la moderna gestión pública" y moderada por Gustavo Clemente, se convirtió en lo esperable: una tediosa terna del "tú más" entre los candidatos. Lo dicho, hasta ahí todo normal, sabiendo del comportamiento político en campaña. ¿Lo extraordinario? El ambiente. Todo lo que pueda decir aquí es poco.

 

El público presente -más de trescientas personas- jugaron al mismo juego de sus señorías en sede parlamentaria: no respeto de la palabra, abucheos, interrupciones, gritos. Sí, sí, no exagero. Aplausos cuando hablaban los suyos. Murmullos cuando hablaban los otros. El ambiente se fue caldeando, el cabreo se traía de casa pero los políticos no hicieron por calmar la crispación. ¿Resultado? La sensación de estar en un programa de televisión en el que el el éxito se mide por los aplausos -o los abucheos, según se mire-, donde lo importante es el ruido y donde los primeros encantados con el espectáculo son los políticos. Como cuentan ellos mismos en la intimidad "mientras haya jaleo, el tiempo pasa".

 

Aunque parezca cómico, no lo es aunque el mapeado de la sala por aplausos según los colores de los cachorros de cada partido era muy interesante. Y no lo es porque cuando los políticos jugaban a esto del espectáculo veía clara la frontera entre ellos y nosotros -los ciudadanos, claro-. Ellos "tenían que jugar a ese juego" porque son las reglas de la mediatización de la política, pero ahora no tengo excusa. Ahora, nosotros también jugamos a ese juego. ¿Se puede ver como un empoderamiento de la ciudadanía? Sí. ¿Es una muestra de interés por la política? Es posible. Pero no me gusta. No me gustan esas formas y no me gusta la sensación de que, al final, no será más que forma y poco fondo. ¿Y por qué digo esto? Porque a la segunda parte de la presentación, la mesa de los técnicos, la que iba a hablarnos de verdad de la transparencia, nos quedamos 46 personas. Que el clima está más que caldeado lo percibimos todos pero espero que ese hastío no se quede sólo en el cabreo con el político y realmente exijamos un cambio de nuestra sociedad y su política. Soy escéptica y un poco pesimista. Que hay más personas críticas que hace dos años, sí. Que hay mucho ruido y agitación pero que no se corresponderá con una verdadera transformación social, también. Sólo habrá que esperar a diciembre para ver los resultados.

 

El próximo día os hablaré de esa segunda parte de la presentación, la mesa de los técnicos y de la transparencia, que al fin y al cabo, era a lo que habíamos venido.