Ayer participé en la mesa virtual "Evaluación de políticas públicas en materia de transparencia" organizada por la Diputació de Castelló y la Conselleria de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica para exponer algunas reflexiones sobre la evaluación y la transparencia desde la práctica, es decir, qué hemos conseguido consolidar y qué debilidades -retos, dicen los políticos-, todavía nos encontramos en la realidad de las corporaciones locales.

Formar parte de esta primera jornada del ciclo "Una nueva gobernanza pública para una ciudadanía cercana" fue un privilegio, por un lado, por compartir cartel junto con Agustí Cerrillo Martínez (catedrático de derecho administrativo de la UOC) y Daniel Cerdán Elcid (comisionado de transparencia de Canarias), dos auténticos referentes estatales de la transparencia. Por otro lado, porque el encargo me permitió reflexionar sobre mi praxis, encontrar un momento para poner en orden parte de lo que me encuentro cuando realizo evaluaciones, planes o participación. Al menos para mí, detenerse a pensar es una maravilla.

Haciendo un poquito de trampa, supongo que es la edad, permuté el título de la conferencia: nos solicitaban tratar la evaluación de la transparencia y yo me centré en la transparencia en el proceso evaluativo. No es lo mismo, están íntimamente ligadas, pero así me permite hablar de qué papel o cuánto está de presente la transparencia cuando hacemos evaluación. Como os podéis imaginar, el disclaimer obligado era exceptuar los portales de transparencia, las grandes políticas o los centros de vanguardia administrativa. Mi objetivo era hablar de la realidad local, que es la gran mayoría de las políticas públicas, que se enfrentan a importantes problemas de limitación de recursos (personales fundamentalmente) y aún así, van haciendo el camino hacia la implantación y cultura de la evaluación.

Los dos primeros puntos, el clúster de la nueva gobernanza y la evaluación, tenían como objetivo enmarcar algunas ideas que son importantes en la práctica y tenemos la sensación, a veces, que pertenecen al plano de las nubes. Por un lado, el componente político-electoral de las políticas públicas y de todo el entramado de principios del paradigma de la gobernanza, tensiona el diseño-implementación-evaluación de cualquier plan y debemos ser conscientes de ello. Y, por otro lado, el componente político-democrático que, para mí, es esencial para conseguir la "cultura" de la transparencia y evaluación. Dicho de otra manera, trascender la herramienta para construir valores, prácticas y principios en torno a ello.

El grueso de la intervención se centró en los retos que desde la práctica como socióloga y politóloga que enfoca en redes de actores y dinámicas de poder (no tanto en norma o institución), he observado a lo largo de estos años. Así, en un primer momento abordé los elementos de una evaluación que sí son objeto de transparencia, es decir, que sí podemos encontrar de manera habitual cuando se realiza una política pública, generalmente porque se hace accesible en la web del programa o del plan. Estos elementos serían:
La declaración responsable que enmarca los principios de esa política (integridad, inclusiva, eficiente...)
Las partidas de presupuesto y gasto, impensable hace 25 años y cada vez con menos pudor.
Los actores intervinientes y la apuesta por la participación, es habitual saber quién participa, cuál va a ser su rol o qué se espera de ese actor.
Los sistemas de indicadores, se ha normalizado totalmente la creación de indicadores sencillos pero no es tan habitual encontrar indicadores más complejos. Todo se andará.
La transparencia como apartado dentro del documento de evaluación, cada vez más tiene presencia como parte de la evaluación pero más como principio transversal que como apartado propio.

Y respecto a los elementos que no solemos encontrarnos, los retos que pienso que habría que abordar en unos años, me centré en los que para mí son capitales porque explican el meollo de una política pública: la toma de decisiones, saber cómo se toman y quiénes las toman nos permitiría aprender muchísimo sobre las dinámicas públicas y el éxito de las mismas. Por este motivo, los agujeros negros a trabajar en relación a la transparencia y evaluación serían:

La toma de decisiones: crear indicadores (cuantitativos o cualitativos) para medir o seguir y poner el foco de atención con su correspondiente publicación en documentos iniciales y finales. Abordar los contenidos, la trazabilidad de las decisiones, el éxito o fracaso de ellas...

Las redes de actores: íntimamente ligado con lo anteior, que sería el cómo, esto sería el quién. Me diréis que me contradigo porque ya estaba en elementos que sí encontramos. Es cierto. Pero me refiero a las redes de actores y a los flujos de poder (volumen y dirección). "Nosotros hacemos mapas de actores" pensaréis. Lo sé, por suerte está súper extendido. Pero no hablo de mapa de posiciones sino de poder. Nos explicaría mucho de la toma de decisiones. Y el otro elemento fundamental para mí es la designación de esos actores (en parte se suele trabajar) y la importancia de los perfiles.
Este tema es controvertido, pero mi pregunta es ¿si ya "exigimos" uno mínimos éticos (declaración responsable) por qué no podemos solicitar, recomendar o exigir unos mínimos de trabajo? Estamos hablando de responsabilidad del recurso público y del tiempo del resto de actores. ¿Cuántas veces, de manera informal, se ha solicitado que tal persona no forme parte de tal Comisión? ¿O nos hemos alegrado al ver a tal persona enviada por tal entidad porque sabemos de su compromiso? La política pública participada requiere de conocimiento, interés pero también de trabajo en equipo y de toma de decisión colectiva. Si hablamos de eficiencia debemos abordar todos los espacios. Y todo, con luces y taquígrafos.

La transparencia en el documento de evaluación: si bien es cierto que la encontramos, no suele tener el protagonismo que debiera. Muchas veces está anidada en comunicación y en muy pocas ocasiones encontramos una batería de indicadores propios para medir la transparencia.

Si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena, no es contenido agradable a menos que sientas la pasión de la evaluación en tus venas (¡ya somos dos!) pero prometo que durante la conferencia hablé de Netflix, de melones y de ironías políticas.

*Foto de Borja Colón