En el antepenúltimo post antes de vacaciones en #FiltroValencia para La Vanguardia CV, a propósito de la política sobre inundaciones, me detengo a pensar sobre el rédito electoral y la política bifocal. Ya sabéis que si queréis leerlo en versión original, aquí tenéis el enlace.

Emulando a Forrest Gump y su caja de bombones, podéis imaginarme en un banco de Antic Regne, con el ruido del tránsito, el calor haciendo mella en mí en forma de perladas gotas y la mirada perdida. De repente un señor se pone a mi lado. Es mi momento, tengo la oportunidad de versionar la famosa escena que muchos quieren ver como una metáfora de la vida moderna, pero el señor no se ha sentado a mi lado; está de pie. No importa, es mi momento. Me envalentono y, como quien no quiere la cosa, suelto:

-La política es como un río.

 

Sí, lo he dicho. Ya está. Espero su reacción. No pasa nada. Bueno sí, que el hombre se va conforme ha venido. Su perro ya ha miccionado en el magnolio y se marcha en busca de otro. Es un labrador. Sí, el de Scottex. Y yo me quedo en el banco, con mi exabrupto verbal rondando mi cabeza y las perladas gotas de sudor que me acompañan.

 

Tal vez si hubiera hablado de bombones –helados- seguro que hubiera entablado conversación con el señor del labrador, pero no me podía quitar de la cabeza las palabras que escuché el sábado a un ingeniero. Hablaba sobre las inundaciones en la cuenca mediterránea. Tras años de experiencia, sostenía que los ayuntamientos se decantan por eliminar la vegetación del cauce y prefieren el encauzamiento artificial a base de cemento. De esta manera, cuando se produce una avenida se quitan el problema de encima y lo trasladan aguas abajo, al siguiente pueblo… así hasta que llega al mar. Exactamente con “quitarse el problema de encima” se refería a que si se eliminan las cañas y la vegetación, se evitan los problemas sociales de la limpieza del río y las dificultades en caso de lluvias torrenciales. La contrapartida es que al cargarse la vegetación, desaparece la función ambiental del propio cauce: la vida del río, vamos, (animalitos, plantitas y demás bichitos que pululan en las aguas). Pues sí, mientras aquel ingeniero hablaba de obra hidráulica, ordenación del territorio e inundaciones, yo pensaba en la política.

 

Esto del río serviría como excusa para criticANALIZAR la política de prevención de inundaciones o su ausencia, pero es una metáfora que podemos utilizar para explicar gran parte de la acción política habitual. Por ejemplo, podríamos analizar la política de grandes eventos de la ciudad de Valencia. En este caso, el río sería el modelo turístico de la ciudad de Valencia en el que puedes optar por varios caminos y uno de ellos puede ser el de grandes eventos. Sí, sí, el del mantra de “qué bonita está Valencia”. La cuestión del presupuesto y cómo se pagará (o pagarán los que vienen detrás) es la opción de encauzar artificialmente el río, es decir, optar por una acción que no compromete a los presentes, sí a los futuros -escurres el bulto, como se suele decir- y tiene rédito efectista. Y finalmente, el ingente presupuesto que has destinado a hacer esta obra dura –el circuito de Fórmula 1 o el Veles e Vents, por ejemplo- se podría haber invertido en otras partidas que repercutan en la ciudad, que, aplicado al símil del río, si se opta por mantener el ecosistema, de manera ambiental, incluso tradicional, se minimizan las consecuencias de la inundación. Ojo, y no estoy hablando de no cortar cañas ni mantener controlado el cauce sino de no construir y cimentar como solución a nuestros males. Lo digo por si hay algún ingeniero en la sala que se está enervando con mis palabras.

 

También podríamos utilizar el ejemplo del río en la política con el caso del IRPF. Que la bajada anunciada afectará positivamente a más de uno, sí. Que ya se las verán quienes tengan que gestionar los presupuestos el año que viene, también. Que tiene visos de una medida electoralista, claro. Que se podían haber tomado otras medidas más efectivas para la mayoría de la población, por supuesto.

 

Como veis, podemos emplear la inspiración forrestgumpiana del río a muchos ejemplos de la política, donde la decisión fácil, que no más barata, es la que soluciona parte del problema sin tener en cuenta, en muchas ocasiones, el problema global.

 

Vivimos tiempos políticos que priman el “mi” y el “ahora”, resultado de la lógica electoralista, sin darse cuenta –o sin querer hacerlo- que la política es una cuestión colectiva  donde la variable es el tiempo: no sólo el ahora, sino también el mañana y el pasado mañana. Es por eso que me gusta pensar en la política bifocal, que vea hoy y que prepare para mañana. Y eso no se consigue con las miras en el rédito electoral.