Este fue mi último post para La Vanguardia, por ahora. Hablaba de los resultados del 20D y del excesivo ajetreo mediático que hay sobre los partidos para conformar gobierno. Aquí podéis leer la versión original de este nuevo artículo de #FiltroValencia.

Ruido, ruido y más ruido es lo único que escuchamos desde hace una semana. ¡Y qué ruidos! ¿Os acordáis cuando sintonizábamos los canales de televisión y cuanto más se acercaba a la imagen y sonido, más ruido estridente hacía? Pues tal cual la política española en estos momentos: los catalanes con sus números imposibles tienen a todos en vilo; las lugartenientes ocupando el espacio que no tienen reservado -todavía-, una por su propia espenta y otra porque la espentan desde los medios y parte de su partido; los que se suponen que sí tienen reservado su espacio, no lo ocupan por falta de carisma o de poder, o de ambas; el emergente que se iba a comer el mundo debe estar haciendo todavía la digestión del suflé; y el emergente al que no se le esperaba, aparenta tener las cosas más claras.

En definitiva, un maravilloso panorama que no hace sino prepararnos para la tempestad del 16 con sus dimes y diretes, sus nuevas elecciones en Cataluña y en España, la Bolsa cayendo, Europa presionando, la burbuja de la recuperación explotando… Tal vez este sea nuestro futuro inmediato. O tal vez no. Puede que toda la tormenta sea lo que estamos viviendo ahora y que para Reyes tengamos acuerdos y presidente para San Antón. Y que, al final, todo sea calma… salvo por lo de la burbuja de la recuperación, que va a explotar sí o sí, o al menos, tal y como nos la venden.

 Y dado que los analistas no somos adivinos, sino hacedores de hipótesis, mejor mirar a este fantástico 2015 que nos ha dejado un año políticamente fascinante a la par que agotador. Hemos disfrutado de dos campañas electorales intensísimas porque, por primera vez en veinte y veinticuatro años, nuestro territorio ha vuelto a la competición electoral. Parecía que autonomía y municipio no entraban en los planes políticos más que del partido hegemónico, este nuestro PRI. Y ha cambiado con nada más y nada menos que con un bipartito y medio –que los morados no tendrán carteras pero sí puestos de libre designación– en el parlamento valenciano, y con un gobierno tricolor en el consistorio capitalino.

Además, en este año hemos visto y, sobre todo, vivido algo que se estudiará en las facultades de Ciencias Políticas de España, Europa y parte del extranjero: la aparición de Podemos. En menos de 24 meses ha conseguido alterar el sistema de partidos y zarandear la política española con su presencia. No sé hasta dónde llegará, pero lo conseguido hasta ahora, política y politológicamente, es impresionante. Sea cual sea su papel en la próxima legislatura, gana: si entra en gobierno –no olvidemos sus bases socialdemócratas-, gana; si se queda en la oposición, no me cabe la menor duda que va a ser el partido de referencia de la oposición, algo así como el Ignacio Blanco estatal. En esta misma línea también hay que destacar a Ciudadanos, cuyo salto de la arena regional a la estatal ha sido espectacular pese al pinchazo en el último momento. Aunque lo más importante -con diferencia- de ambos partidos es la movilización que han hecho de las generaciones más jóvenes, a los que dábamos por despolitizados.

A este 2015 le debemos también la caída de los partidos tradicionales y eso es positivo porque, a la fuerza, les ha hecho -¿o les va a hacer?- despertar de su ensimismamiento y ser más competitivos. Uno y otro van a tener que espabilar, sea para comerse a su rival más pequeño, sea para evitar ser devorado por él.

Y como colofón final, el inaudito escenario en el que nos encontramos, que no sabemos por dónde va a salir y que nos tiene en un ¡ay! a todos. ¿Acaso no es la incertidumbre el pesar de los pesares humanos? Estamos ante una nueva etapa que los analistas ya se encargarán de apellidar y que nadie nos contará porque, por suerte, es el momento que nos ha tocado vivir.

Que el 2016 nos reserve al menos la misma intensidad, diversión y sorpresas políticas que este 2015. ¡Gran entrada de año para todos y todas!