En la actividad de esta semana del Máster tenemos que analizar la película El Conformista de Bernardo Bertolucci, del año 1972. Seguiré con mi tónica general de no resumir la película así que me centraré en el comentario de la misma.
He de decir que la película no me ha gustado (a excepción del apartado visual) por dos motivos. El primero es que me quedo con la sensación que no comprendo parte de la expresión corporal de los actores, especialmente del protagonista y el problema es que no veo justificado ese comportamiento ni siquiera con su atormentado carácter. Pensaréis que es una banalidad pero es que me gusta que los personajes y sus papeles sean completos no sólo en diálogo, sino también en su expresión o sus miradas.
Y el segundo motivo y principal es que me da la sensación que la moraleja que el director nos quiere transmitir es que el conformista resulta como consecuencia de su propia biografía (abusos) y no por la estructura social, que en este caso queda en segundo plano. Quiero decir que si el conformista hubiera estado en la India británica sería fiel servidor de Su Majestad o si estuviera en la II República española sería republicano… y no creo que sea fruto de una acción deliberada del Estado o de su identificación con el interés público sino que responde a su propio devenir personal.
Y aquí es donde difiero con el director pues considero que en los casos de estados totalitarios o de estados dictatoriales, la coerción social (real y simbólica) marca y determina al ciudadano y al empleado público, dejando únicamente margen individual para decidir si aceptar (acatar) o no aceptar (marcharse o morir, según el caso). Pienso que es en este plano donde debemos centrar el debate y reflexionar sobre la responsabilidad –grado y forma- que tiene cada actor social… duda, que por cierto, se exhibe a la perfección en “¿Vencedores o vencidos?”.
Señalaré que los dos únicos pasajes que me han parecido muy interesantes son, por un lado, la conversación que mantiene el protagonista con el profesor sobre el Mito de la Caverna de Platón*, es decir, ¿qué era la realidad? se preguntaba el joven conformista en su lucha interna sobre el fascismo y que, en esta escena, responsabiliza a su profesor por acabar ingresando en la administración fascista (de nuevo responsabilidad individual vs responsabilidad social). Y por otro lado me ha parecido muy interesante la reflexión que hace el inquietante padre del protagonista sobre el estado y el individuo “si el estado no toma la imagen del individuo ¿cómo podrá el individuo tomar la imagen del estado? Crimen y melancolía”. Me parece que en este ¿brote psicótico? reflexivo encontramos un verdadero filón para el debate pues está hablando de la necesidad de identificación del ciudadano con el Estado para el buen desarrollo del sistema y que creo que no sólo es aplicable a los Estados totalitaristas sino que, obviamente delimitando los límites en base al derecho, es importante para la buena salud de lo público.
En fin, hasta aquí el comentario fílmico de hoy, que espero no se haya hecho muy pesado o enrevesado y haya servido, al menos, para alguna frugal reflexión.
*Link al blog de Jesús Salinas, compañero del máster, que recoge bien este pasaje y su carga filosófica