La pasada semana se anunció la coalición entre Compromís y Más Madrid País para las elecciones generales del 10 de noviembre. El alboroto que produjo en la política valenciana fue considerable, tanto en la izquierda como en la derecha, por ilusiones, por miedos, por simpatías o por despechos. Todo condensadito en tres días.

A propósito de este anuncio, participé en El Levante EMV en su edición en papel y en el artículo de Moisés Pérez de El Temps del pasado viernes. Algunas de las conclusiones que compartimos en este artículo fueron, en primer lugar, que la apuesta de Compromís por Más País para ir de la mano el 10N era una necesidad imperiosa. Siempre ha obtenido mejores resultados cuando no se ha presentado en solitario. Los resultados de mayo les devolvieron a la realidad. La necesidad estaba clara, la disyuntiva no tanto. ¿Con Iglesias o con Errejón? O lo que es lo mismo, con un partido a la baja pero con el que comparte gobierno del Botànic o con un partido madrileño con apenas unos meses de vida pero con un súper-hiper-inconmensurable liderazgo .

En cierto modo, las tensiones en el seno del partido naranja por coaligarse con un partido madrileño no han tardado en asomarse al mundo exterior. La cuestión será en qué medida Compromís podrá "marcar" agenda valenciana en el nuevo partido y acción parlamentaria. El éxito servirá para atenuar las voces críticas y reforzar el liderazgo de Oltra. En su defecto, las críticas arreciaran fundamentalmente contra ella.

"Vista la capacidad de los políticos valencianos de incorporar la agenda valenciana a la estatal, las previsiones no son muy halagüeñas. Los políticos valencianos, en los últimos 15 años, han sido poco influencers en España."

Por otro lado, para Compromís es una manera de consolidar su posición de poder como principal partido de la izquierda, aprovechando la caída generalizada de Podemos. No olvidemos que el partido morado valenciano ha tenido 4 líderes en 5 años. Un pecado capital para un grupo político joven.

«L'entesa de Compromís amb Más País respon també a un intent d'erigir-se en la força hegemònica de l'esquerra al País Valencià». «Amb el PSOE en posicions centristes, busquen a través del pacte amb Errejón augmentar la seua base electoral en detriment d'un Podem a la baixa»

Pero sobre todo, y tal y como hemos comentado alguna vez, durante la precampaña la cuestión de los estados de ánimo es fundamental. En este caso, Errejón insufla ilusión a un electorado de izquierdas decepcionado con la situación -en 2015 estaba enfadado- que daba por imposible el gobierno tras el 10N. Y pesca en las aguas revueltas de las dos orillas.

«A l'electorat progressista, hi ha una gran apatia perquè ni el PSOE ni Unides Podem han aconseguit posar-se d'acord per pactar un govern d'esquerres. Un context que ha propiciat la irrupció d'Errejón a l'escena estatal, el qual no acumula el desgast de Pablo Iglesias, es presenta com a una persona que facilitarà els pactes i genera una il·lusió renovada a l'escena política. D'aquesta manera, pot captar una part dels electors flotants que hi ha entre el PSOE i Unides Podem. La jugada de Compromís és a priori intel·ligent»

¿Y la derecha valenciana? Pues mientras está sentada a la espera de ver cómo los dos partidos que venían a regenerar la política van deshinchándose, la derecha radical sigue sin visos de estancamiento y al PSOE le pasa factura el desgaste por su incapacidad para formar gobierno, mira con suspicacia este anuncio. No deja de ser, si tiene éxito, una estrategia para consolidar -Compromís- su rol en el sistema de partidos valenciano. Y además, aunque no lo parezca, también afecta a la disputa por la hegemonía en la defensa de los intereses valencianos. Ahora bien, la cuestión es si el crecimiento previsto para el PP España contagiará al PP Valenciano o éste seguirá con su particular odisea.

Estas y otras reflexiones de Francesc Miralles, Guillermo López o Paola Cannata, colegas de profesión, las podéis encontrar en el artículo de El Temps. Con todo y aunque parezca mentira, para el 10N quedan todavía 39 días.

*Foto portada: El Temps.

Fuente: El Mundo