Nuevo post de opinión para #FiltroValencia de La Vanguardia CV. Hoy sobre qué dirán los manuales de Ciencia Política sobre el momento político que estamos viviendo. Ya sabéis que si queréis leer el artículo original, clic aquí.

Hace unos meses leí un artículo de Félix de Azúa en la revista Jot Down sobre los mitos que me gustó mucho, en especial una de sus frases, que fue directa a la libreta de reflexiones y cosas interesantes. “¿Cómo saber que el agua es agua cuando uno es pez?” Él la empleaba para explicar la ceguera -de las élites en particular- ante los mitos contemporáneos y la necesidad del tiempo para poder desmitificarlos.

Obviamente voy a descontextualizar el sentido que el autor quiso darle a esta frase, porque me viene de perlas para reflexionar acerca de la vivencia de los momentos históricos. O mejor dicho, de la percepción del sentido histórico de un acontecimiento.

Pongamos un caso. Unas elecciones autonómicas. De una comunidad cualquiera, por ejemplo, una de esas de la vía del 151. El resultado de los comicios da vencedor, con un 40%, a una “candidatura de la sociedad civil”. Así lo verán los estudiantes de cualquier facultad de ciencia política de España en 35 años. Al menos así se ven los resultados de 1932 o de 1980. Sí, si hiciéramos un ejercicio de proyección al futuro y leyéramos un manual de sistema político español, el pasado domingo podría quedar reducido a un 40% con un asterisco en “Junts pel Sí”, que diría que es una candidatura formada por CDC y ERC. Tal vez sólo le dedicarían un párrafo y enseguida pasarían a explicar las elecciones generales del ¿20 de diciembre?

O, tal vez, ese 40% podría ser el título del capítulo entero en el que se hablara de cómo Catalunya inició el proceso de independencia. Contaría como esa candidatura de la sociedad civil, con el apoyo de la CUP (más siglas, si cabe), obtuvo mayoría absoluta en el Parlament y puso en marcha la hoja de ruta de la independencia. El entonces presidente de España, Mariano Rajoy, “un hombre con escasa visión de Estado”, según las crónicas del momento, fue incapaz de encontrar la fórmula para entenderse con el nuevo gobierno autonómico y gestionar las demandas de buena parte de la ciudadanía catalana. Además coincidió con la crisis del sistema de partidos tradicional, donde antiguos y nuevos coexistían dando forma al actual sistema de partidos. En ese clima político de ausencia de diálogo y enrocamiento de posiciones entre Madrid y Barcelona se desarrolló la primera etapa del proceso de independencia. Y así pasaríamos la hoja para continuar leyendo sobre la historia política reciente.

Sería genial poder leer, hoy en día, esa historia política de 2040, ¿eh? No sólo nos desvelaría el final de la película sino que nos ayudaría a ser conscientes del sentido histórico del acontecimiento que vivimos el pasado domingo. Si hacemos caso a los políticos y a los analistas, nos volveremos locos porque ni ellos mismos saben qué pasará. Unos ven clara la independencia, otros un mero reajuste autonómico como mucho, ya que será ingobernable un proyecto político donde sus protagonistas sólo tienen en común el sentimiento soberanista. Lo que queda claro, siguiendo las palabras de Salvador Enguix, es que “los movimientos que se sucedan en los próximos días y meses van a variar para siempre la configuración y el modelo del Estado (sí, insisto, nada va a ser igual)”.

Como decía, me interesa mucho la capacidad de ser conscientes de estar viviendo un hecho histórico durante el mismo momento en que tiene lugar. Me gustaría saber, al igual que hoy ocurre cuando estudiamos la II República, por ejemplo, el nombre que los teóricos le pondrán a esta etapa, sus actores principales y su desenlace. Me gustaría saberlo pero claro, el futuro es lo que tiene… que se hace esperar.

 

Artur Mas y Oriol Junqueras celebran la noche electoral en el Born Centre Cultural. La Vanguardia